El sabor de la tradición

Este verano he tenido el privilegio de pasar unos días en una casa del siglo XVII, donde se respira tradición y amor por los detalles.

En España, que tanto nos gusta lo nuevo, hemos tardado en darnos cuenta de que lo antiguo, aunque sean pequeñas cosas, también tiene su valor. En decoración esto es muy importante, porque en los sitios donde la costumbre es mantener todo igual a través del tiempo, como siempre ha sido, notamos la elegancia y la armonía en todos los objetos que conforman el ambiente dando lugar a interiorismos realizados “día a día”.

Cualquier pequeño detalle forma parte de un todo en el que cada elemento encaja y ninguno destaca en especial. Muchas veces nos fijamos en algunos, que fuera de contexto quizá no nos gustan, pero colocados donde siempre estuvieron y rodeados de otros de misma época, acorde con ellos, no sólo no destacan ni desentonan, sino que son necesarios para completar la decoración.

Hay que atreverse a colocar los objetos queridos en nuestras casas, aunque sean de otra época o de otro estilo. Sólo hay que buscarles el sitio que, antes o después encontraremos, y cuando pase el tiempo veremos  que forman parte de la decoración de nuestra casa y ésta, no sería completa sin ellos.

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